lunes, agosto 29, 2005

“EL PORTEÑO” : Cuando la felicidad era investigar y escribir una nota.




Hoy, que El Oso Chento fue recomendado por el Weblog de Clarín, se da un lujo: cede la palabra a un periodista que hace honor al oficio pero sobre todo porque es el ejemplo de quien vive como habla: Alberto Ferrari.


Por ALBERTO FERRARI

Hay un momento fundacional de la revista El Porteño que uno recuerda como una escena de una película. Quizas se olvida de la trama en su desarrollo, pero no de una escena o un detalle. En mi caso es el piano del auditorio de lo que era Radio Belgrano estatal. Aquella "Radio Belgrado" para los fachos. Y recuerdo ese piano, porque sobre la lustrosa tapa negra Jorge Lanata leyó el acta fundacional de la cooperativa a mediados de 1985. En torno al piano, parados la mayoría, había de veinte o treinta periodistas: los "fundadores" de lo que fue durante casi diez años nuestra experiencia cooperativa y periodística.

Un año después hubo una fiesta para conmemorar el primer aniversario de la revista y Julio Spina, uno de los miembros de la cooperativa, consiguió para animar el festejo en Cemento a un grupo de jóvenes que se distinguían por usar pijamas, como Los Beatles flequillo. Era la Bersuit. La misma que ahora llena el Luna Park o el Cosquín Rock.

En lo personal, El Porteño me dió las mejores satisfacciones de mi carrera periodística. Fui el primero (junto al colega Alberto Ronzoni) en publicar a fines de 1987 dos notas consecutivas sobre Alfredo Yabrán, de quien recién en 1992 se ocuparía la revista Noticias.

También recuerdo la nota "La Reina se alzó con todo", sobre la corrupción durante la intendencia de Carlos Grosso, que publiqué en El Porteño a mediados de 1990, un año antes que lo eyectaran del cargo.

Y que decir de "Ali Baba y los cuarenta ladrones", una investigación del Beto Salinas sobre la corrupción menemista en tiempos del uno a uno, cuando Menem se daba el lujo de que a Erman González lo votaran como diputado por la Ciudad de Buenos Aires, en una especie de humillación para todos los porteños, pues el riojano lo único que conocía de Buenos Aires era el recorrido entre el Congreso y su casa en Barrio Norte. Jorge Asis, el vocero "intelectual" del menemismo calificó esa nota como "chiquitaje que revuelve la basura" en el programa de Mariano Grondona.

Tiempos felices para los menemistas, tiempos que se volvían duros para la revista, porque hablaba de una hetacombe, de la "represión que se viene", de la desocupación y la degradación social, mientras sus lectores de clase media, beneficiados por las cuotas del electrodoméstico, los viajes al exterior y el uno a uno, abandonaban las revistas contestarias para disfrutar del shopping como nuevo espacio público.

El Porteño era un grupo humano conflictivo y creativo. De debates estilo asambleas universitarias y semillero de periodistas que luego pasaron a engrosar otros medios. Principalmente Página 12, pero algunos también terminaron en Clarín, por ejemplo.

Fue una etapa en que la felicidad era investigar y escribir una nota. Vivíamos, hay que decirlo, de otros medios de comunicación que nos pagaban el salario. Eso nos daba la libertad y la posibilidad de jugar siempre al borde del offside. Pero ahí estaba la emoción y la pasión. Hoy sería casi imposible reeditar la experiencia. A los que estuvimos nos sobra la pátina burguesa y los que vienen tienen el estrellato metido entre ceja y ceja.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bien la nota de ferrari, pero me pregunto si no esta (con acento en la a) omitiendo la primer epoca de el portenio (no tengo enie), tal vez en el 82 - 83, bastante antes de la creacion de la cooperativa (era un reviston asi de grande, con poco color y mucho contenido).

esa tambien fue una buena epoca de el portenio que merece un comentario

Eduardo Betas dijo...

Tenés razón. Es más, de hecho tengo los dos primeros números de esa revista. El primero tenía en la tapa el primer plano de un anciano aborigen. Espectacular la imagen.
El tema de Ferrari es que él tuvo especial participación en la cooperativa y no en la primer época en que la dirigió, si no me equivoco, Gabriel Levinas.
Fueron etapas muy distintas. Voy a ver si encuentro alguien que haya estado allí para que escriba algo.