sábado, agosto 27, 2005

Lalo y El Fito


Año 1981. Las Madres de la Plaza de Mayo hacen su ronda como cada jueves. Quizás haya sido invierno. Lo seguro es que el infierno aún está dentro de la Argentina.

La
dictadura militar pinta todo de gris. Todo parece ser plano, sin color ni sabor.

Salvo por algunas gotitas de aire que empiezan a surgir, como la revista
"Humo(r)" con las crónicas de Alejandro Dolina y los reportajes de Mona Moncalvillo.

Y fue precisamente esta revista la que organizó aquel recital en un
estadio Obras que aún no era la "catedral del rock".

El viejo Frank

Año 1981.
Frank Sinatra viene a cantar a la Argentina. Lo trae Ramón "Palito" Ortega que aún no era -y quizás ni soñaba- ser gobernador de Tucumán.

El viejo Frank, con su fama de mafioso a cuestas, demostró tener código: no se rebajó a ir a la Casa de Gobierno donde lo habían invitado los dictadores que gobernaban el país. Ellos tuvieron que ir a saludarlo a su camarín.

Pero la entrada para ver a "La voz" es carísima. Y, como contrapartida, la revista "Humo(r)" organiza tres días de recitales en Obras con entradas baratísimas. Por el escenario desfilan
Piero, Cuarteto Zupay, Markama y un montonazo de grupos provinciales.

Lalo y el Fito

Desde Rosario había venido una banda integrada por
Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré en voces; Rubén Goldín en guitarra y Fito Paez, en teclados. No los conocía nadie

Entre el público está
Lalo de los Santos, (1956 – 2001) (en la foto, a la derecha), rosarino, bajista, cantante y autor del himno "Tema de Rosario".

Lalo se había hecho conocido en su Rosario natal por haber tocado con un grupo mítico de esa ciudad:
"Pablo, el enterrador", donde también había tocado Goldín.

Cuando Fito Paez se encuentra con Lalo no lo puede creer: "¡Loco! !Vos eras de 'Pablo, el enterrador'!. Mirá, vamos a hacer una cosa. Yo vuelvo a Rosario, termino la secundaria y me vengo para acá y la rompemos".

Lalo por supuesto que le dijo que sí, le dio su número telefónico y se olvidó. Hasta que algunos meses después sonó el teléfono en su departamento de Floresta. Era la tía abuela de Paez
-la misma que moriría asesinada tiempo después junto a su abuela Belia- que le decía, desde Rosario: "Señor De Los Santos, mire que el Fito va para allá, llega esta noche a Retiro".

Lalo lo fue a buscar y se encontró con el flaco Fito Paez, rodeado de una cantidad inmensa de bolsas y teclados en sus estuches.

"Ahora Buenos Aires va a ser nuestra", cuentan que le dijo el Fito cuando lo abrazó en medio del gentío de la estación.

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