martes, agosto 16, 2005

Julio y Leopoldo en el Mariano Acosta

A propósito que hoy reabre la Escuela Mariano Acosta luego de estar cerrada por orden de un juez, algunos ex alumnos que ahora son padres de alumnos recordaban algunas cosas de su paso por el lugar. Por ejemplo, Marcelo rememoraba:
"que en segundo año (1979) en ocasión del 105 aniversario de la escuela, la profesora Villanueva de Literatura repasó los nombres de los egresados "ilustres" y "aceptables" para la dictadura de entonces. Que Abel Santa Cruz, que Andrés Percivale, que el Mono Rojas (¿quién es el Mono Rojas?), hasta que a mí, inocentemente, se me ocurrió decir "Julio Cortázar". ¿Podés creer que me negó que Cortázar estudió en el Acosta? Y no estoy hablando de una profesora de Geografía, ni de Matemática. ¡Una profesora de Literatura!"
Para completar esta anécdota de Marcelo, estaba recodando que la profesora Villanueva tampoco le debe haber hecho un lugarcito en su memoria a don Leopoldo Marechal, que cursó su secundaria en la escuela a partir de 1916. Marechal es, para mí, uno de los escritores argentinos más completos y, por otro lado, más negados por la elite intelectual argentina.
Y tanto a Marechal como a Cortázar no los une sólo la Escuela Mariano Acosta, lugar donde no se conocieron, sino el apoyo que dio el autor de "Rayuela" a la aparición de la primer novela de Marechal "Adán Buenosayres". Y, sobre todo, a la carta que muchos años después le enviara Cortazar a Marechal, donde le escribió:

"Me divierte pensar que Horacio Oliveira se ha juntado alguna noche con el grupo de porteños que vagan por los suburbios, y que lo han recibido como a un amigo. Me divierte y me conmueve imaginármelo junto a ellos asistiendo al glorioso encuentro del taita Flores con el malevo Di Pasquo, saboreando hasta las lágrimas el zapatillazo del pesado Rivera en la cabeza de Samuel Tesler. No cualquiera, creo, tiene entrada al velorio del pisador de barro. Yo agradezco por Horacio, y miro por sobre su hombro."


Por eso, cuando Martha, otra mamá del Acosta, recuerda que:

"El año pasado, cuando en familia salíamos del "festejo" por un nuevo aniversario de la escuela, vimos que por la puerta de la esquina de 24 de Noviembre y Moreno, estaban sacando a la calle varios bancos de madera, esos antiguos con la barra de hierro en sus bases que los mantenía fijos en tres o cuatro hileras, con el orificio para el tintero (recuerdan? discupen los jovenzuelos jeje!). Preguntamos por qué los sacaban y nos respondieron que los estaban TIRANDO. Como pudimos, optamos por cargar uno en un taxi (son muy pesados), lamentando que quedaran allí varios abandonados, pues son una reliquia. Con un mínimo retoque de un carpintero, ese banco hoy está en nuestro living. A nuestros hijos les dijimos, quizás está en casa un banco en el que se sentó Julio Cortázar... "


Y también, Martha tal vez en el mismo banco donde se sentó Leopoldo Marechal con su Adán, su Samuel Tesler, su Elbiamor...

1 comentario:

Anónimo dijo...

viví en Acevedo y Warnes 9 años, y recorría Villa Crespo con Adán Buenosayres. a la vuelta de casa, todavía estaba (quizás todavía está) el bar de los turcos en Gurruchaga entre Camargo y Padilla, con las mismas mesas y aparentemente los mismos mozos...

(me olvidé la password de Blogger así que va como Anonymous, pero soy Gabriela Adelstein!)